Santa Juana de Lestonnac

Santa Juana de Lestonnac, hija primogénita de Ricardo de Lestonnac, miembro del Parlamento de Burdeos, y de Juana Eyquem de Montaigne, nació en Burdeos en 1556. Su madre, hermana del filósofo francés Miguel de Montaigne, mujer muy culta, abandonó la religión católica para profesar la fe de Calvino.


Aunque Juana fue bautizada en la Iglesia católica, ni su padre ni su tío pudieron evitar que fuese educada por maestras calvinistas. Esta experiencia del abandono en el que se hallaba la educación de la mujer y el drama vivido de las divisiones religiosas dentro y fuera del hogar paterno, marcaron el futuro destino de quien sería la Fundadora de la Compañía de María.

En 1573, a los 17 años, contrajo matrimonio con Gastón de Montferrand, Barón de Landiras, Lamothe y otros lugares. Su experiencia de madre de siete hijos y de administración de la baronía de Landiras forjaron en ella una fuerte personalidad que luego aseguraría el éxito de sus proyectos.


Enviudó a los 41 años y seis años más tarde, en 1603, ingresó en el monasterio cisterciense de Toulouse. No le respondió la salud y se vio obligada a volver a su casa. La última noche que pasó en el Cister, el Señor le hizo contemplar la visión de lo que esperaba de ella. Tenía que tender la mano a las niñas y jóvenes que, privadas de una educación cristiana, corrían el grave peligro de caer en el infierno. La Virgen María, Nuestra Señora, sería su modelo, su guía, su madre.



Los hijos de Juana de Lestonnac, y toda la servidumbre, se alegraron con el regreso de Juana al castillo de Landiras. Pasados dos años, se retiró a un lugar más recogido, al castillo de Lamothe, y allí, en la oración, se fue preparando para realizar sus planes.